El día en que colapsó WhatsApp
El Titanic, era un majestuoso buque que constituía un singular modelo de ingeniería. Además de ser un gigante que desafiaría las fuerzas de la naturaleza, sería el medio de transporte de poderosos y acaudalados pasajeros que provenían de distintas partes del mundo, así como migrantes europeos y que juntos componían más de 2000 pasajeros a bordo.
Aunque horas antes había recibido mensajes de otros buques que le advertían de la presencia de icebergs, sólo tomaron mínimas medidas pues después de todo pensaban, quizá, en las muy trilladas palabras a las cuales no se les conoce con certeza su autoría o quizás pertenezcan más bien a una leyenda:
“El Titanic, era el buque que ni Dios podía hundir”.
Sin embargo, la noche entre el 14 y 15 de abril de 1912, sucedió algo totalmente inesperado, aquel gigante, el Titanic, se hundió.
El ser humano, desde hace mucho tiempo soñó con la idea de que las comunicaciones unieran el mundo.
Hoy, más de 100 años después de aquella catástrofe, la tecnología ha hecho posible la globalización, misma que ha revolucionado el mundo de la comunicación. Gracias a Internet, los cables de fibra óptica, las redes telefónicas vía satélite y los sistemas inalámbricos, cada vez más personas tenemos acceso a conocer la vida, los productos y las ideas de innumerables personas en todo el planeta y este acceso a la información es cada vez más rápido, asequible y sencillo. Y es por esta razón que nos hemos hecho dependientes de estas plataformas de comunicación para movilizarnos no solo en el mundo de los negocios sino también en el ámbito personal. Todos sabemos que Facebook, Instagram y WhatsApp son las que ocupan los primeros lugares y que tienen gran influencia en la vida de la gente, porque alrededor de 3500 millones de personas las utilizan, lo que equivale a la mitad de la población mundial. Y las podríamos comparar a aquel gigantesco barco que nadie hubiera imaginado que podría hundirse.
Por eso el colapso que sufrieron las empresas de Facebook, afectó de una manera impresionante al mundo, pues causó confusión en solo seis horas que el servicio se detuvo.
Facebook informó, según el diario El País, que la causa principal de esta interrupción fue “un cambio de configuración defectuoso” y que no había evidencia de que los datos de los usuarios se hubieran afectado como resultado en ese tiempo de inactividad.
La causa del apagón afectó a muchas de las herramientas y sistemas internos que utilizan en sus operaciones diarias, lo que complicó sus intentos de diagnosticar y resolver rápidamente el problema.
Lo que se hace “especialmente extraño es que no sólo una de estas plataformas hayan fallado, sino que varias que están interconectadas con la mayor red social del mundo lo hayan hecho, por lo que es poco probable que un grupo de ciber delincuentes haya causado el apagón precisamente porque la tecnología de cada aplicación es demasiado distinta como para verse afectada por un mismo ataque.”
Pero, ¿qué sucede cuando cuando estas plataformas fallan?
Aparte de causar pérdidas millonarias a su fundador y baja en las acciones de la empresa. Algo más serio fue la confusión que causó entre los usuarios pues este suceso les generó otros problemas.
La cadena CNN informó que “puesto que en latinoamérica la economía informal predomina, la posibilidad de usar plataformas masivas gratuitas para exponer, promocionar y vender productos, garantiza la forma de sustento para miles de personas por eso la caída de estos tres servicios de Facebook el lunes pasado representó más que una imposibilidad de comunicación, significó dejar de ganar dinero.”
En una encuesta que realizó esta cadena sobre la experiencia por la caída de las plataformas, pidieron a los emprendedores y dueños de negocios les relataran su experiencia personal y en resumen concluyeron que puesto que usan WhatsApp Business para marketplace de Facebook así como Instagram esta caída masiva hizo que sus ventas bajaron en un 95%, puesto que a la hora en que estas redes sociales colapsaron representó el horario activo para sus transacciones.
Para muchas personas significó un día de vacaciones forzadas pues sus emprendimientos dependen de las redes sociales para vender e informar a los clientes de diversos negocios como venta de ropa, herramientas y otros productos y servicios. Lo que significó pérdidas cuantiosas para estos usuarios pues a través de estas redes sociales, no sólo venden sino hacen trabajos de logística, gestión y comunicación con sus empleados y los clientes, como levantamiento de pedidos y otros.
De igual manera sucedió con los que realizan trabajo de reparto y se comunican a través de WhatsApp pues con ellos reportan el tráfico, llegada y salida y destinos de sus mercancías.
Incluso a través de esta plataforma se envían documentos de los trabajos que se realizan transcripción e impresión mismos que se vieron perjudicados por esta este colapso pues esta plataforma se ha vuelto imprescindible ya que es el medio de comunicación entre clientes, vistas, cotizaciones, requisitos, información de las empresas, documentación etc.
Puesto que estamos viviendo en tiempo de pandemia y educación virtual muchos estudiantes usan WhatsApp como una herramienta para la educación pues hacen exámenes, entregan tareas y se comunican con sus maestros.
En muchos ámbitos nos hemos hecho dependientes de estas redes sociales y al fallar éstas pueden afectarnos seriamente. Pero si hasta estos gigantes son vulnerables y pueden colapsar, lo mismo puede suceder en otros casos y es necesario no solo contar con otras alternativas, como lo hizo el propio Mark Zuckerberg cuando se comunicó a través de otra plataforma.
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